En este proyecto miembros del comité del paro internacional de mujeres de Nueva York entrevistaron con organizadoras de trabajos y cooperativas, como parte de un processo de co-produccion de sabiduría militante. Estamos interesadas
Mientras más te unes a más causas y organizaciones, menos sola te sientes en este país. Eso cambió mi vida. Una se siente parte de la comunidad y, por eso, parte del país.
Yo vine a Estados Unidos de República Dominicana, donde nací. La primera vez que vine, con una visa de turista, fue por algunos días. No me gustó tanto, pues es muy distinto al país de uno: el idioma, el clima… todo es muy diferente. Pero después regresé porque me casé con una persona que residía aquí. Entonces tuve que legalizar los papeles y ya me quedé definitivamente. Hay veces que las personas cambian de país buscando un mejor futuro; pero, honestamente, en mi caso realmente fue también porque me casé. Mi esposo vivía aquí y ya quería formar mi familia a — porque creo que un hijo lleva la unión a otro nivel. Entonces creí que era el momento de que estuviéramos juntos mi esposo y yo, aunque tuviera que dejar todo atrás. Significó perder mi carrera y mi trabajo, que en ese momento estaba ascendiendo.
Yo era maestra en un colegio y había conseguido hacer publicaciones en Listín Diario, que tenía una sección que trabaja con niños y se llamaba “Al Compás”. Yo era la maestra que presentaba esa sección y ya me estaban consiguiendo una oportunidad de estar fija en el diario. En otras palabras: ese proyecto iba perfectamente a compaginar con mi carrera. Así, tuve que dejar muchas cosas en mi país, donde vivía bien. Tenía mis cosas. No era rica, pero, según mi trabajo, tenía mis cosas y mis comodidades. Realmente a mí lo que me hizo venir a este país en ese momento fue mi matrimonio. Me fue muy difícil, porque toda mi familia estaba en Santo Domingo. Yo solo tenía aquí algunos tíos, pero realmente mi familia inmediata estaba en Santo Domingo.
A la fecha, en mi país natal está aún casi toda mi familia: mi mamá, mi papá y dos hermanas. Tengo tres hermanas, dos de ellas están allá y una ahora vive aquí, en New Jersey. Y mis abuelos… tenía todavía viva a mi bisabuela cuando llegué a Estados Unidos, pero murió el año pasado. Gracias a Dios, mi familia allá no depende económicamente de mí. Nadie realmente depende de mí mensualmente, tú sabes. A mí y a mi primera hermana nos crió nuestro padre solo y, ahora, las dos estamos aquí en Estados Unidos. Él depende mucho de mí pero en la parte afectiva, la parte de preocuparme de él y de sus cosas. Es un hombre… tú sabes, las mujeres siempre tenemos que estar pendientes. Aunque yo esté lejos, siempre estoy pendiente de todos los pasos de él. Económicamente, no; pero afectivamente, sí. Casi hablamos diariamente. Una de las cosas que valoro es que yo me siento conectada, no solamente con mi papá, sino con toda mi familia. Yo casi diariamente trato de hablar con mis hermanas, con mi mamá y con mi papá. Tenemos una relación muy buena gracias a Dios.
Yo me siento muy afortunada con mi familia, con todos: con mis padres y mis hermanas. Porque mi familia valora mucho lo que yo hago. Primero, porque yo vine a este país. Saben que es muy difícil. Algunos de ellos han venido. Saben cómo es el sistema, cómo se mueve, cómo son las costumbres… y ellos saben, también, por mi forma de ser, que fue para mí muy difícil este cambio. Honestamente todavía no me acostumbro, sólo me resigné. Pero realmente he de decirte… me acostumbré tanto que olvidé todo de mi país? No, uno se resigna y hace su vida diaria, tú sabes, pero no porque uno realmente deje sus costumbres allá. Yo vine embarazada de mi niña que tiene 21 años ahora, o sea que voy a cumplir 22 años acá. Me vine embarazada de ella, con tres o cuatro meses.
Tengo ahora dos hijas, la de 21 y una pequeña de 9 años. Se llevan entre sí 12 años de diferencia. Me fue muy difícil criar a la grande. Honestamente no pensé tener más hijos, porque es muy duro el país. Cuando tú no tienes familia, es un poco complicado, realmente. Yo no estaba pensando claro, pero el Señor me hizo el segundo regalo y ni oponerme. Es de mis mayores regalos que Dios me ha dado. Yo me separé del papá de mi primera hija, duramos 8 años casados, y estuve 6 años sola, como madre soltera. No volví a casarme. Estoy en unión libre con una persona, pero no me he vuelto a casar. Tenemos nuestra segunda hija y funcionamos como un matrimonio, aunque no lo seamos por los papeles.
Mi hija mayor no depende ya de mí. Ella trabaja y costea todos sus gastos y esas cosas. Y mi pareja y yo contribuimos ambos, porque la renta es muy cara y para una sola persona es muy difícil, casi imposible, sobrevivir. Para tener ciertas cosas hay que luchar juntos, como pareja. Juntos nos dedicamos a las tareas del hogar y a nuestras responsabilidades con la niña. Ahora mismo, por ejemplo, yo estoy aquí y él recoge la niña en el afterschool y se encarga de ella en lo que yo regreso a la casa. Yo me encargo de ella para la escuela y para todas las cosas que tienen que ver con la mañana. Así, nos distribuimos las responsabilidades con la niña, para estar los dos ahí y tratar de estar al 100%, también. Porque si no, es un poco difícil. Y como pertenezco a una cooperativa – Golden Steps — no solo tengo mi trabajo, sino que tengo responsabilidades con la Cooperativa y responsabilidades con mi negocio. También eso necesita mucho tiempo y necesita sacrificio.
Mi familia entiende mucho mi trabajo. Al principio a mi pareja le costó un poco entender, porque no se acostumbraba al cambio de verme todo el tiempo en la casa y, de un momento a otro, verme con un trabajo. A veces, también, haciendo cosas fuera del trabajo, porque tengo que salir: vamos a eventos, tenemos alianzas, tenemos que socializar, tenemos talleres y tenemos reuniones. A veces nos queremos superar y tomar el training y todo eso. Todas esas cosas implican tiempo y esfuerzo. Sin embargo, ellos valoran mucho. Yo traia a mi hija conmigo cuando iniciaba en la Cooperativa, estaba muy pequeña. Ella ha estado ahí siempre. Nosotros a veces hacemos retiros y eso incluye a las parejas y, así, ellos saben más o menos cómo es nuestro negocio y cómo requiere mucho tiempo. A veces ellos saben que uno da mucho tiempo y no les gusta, pero también comprenden que es parte del ingreso y de poder económicamente ayudar.
Nuestra Cooperativa es de personas de la tercera edad, personas mayores o personas con alguna enfermedad–porque también puedes ser una persona joven que necesita que lo asistan en la casa o en un hospital. Realmente, nuestra Cooperativa es mayoritariamente para trabajar con las personas de la tercera edad. Yo tengo un cliente propio y, a veces, trabajo en la cooperativa. Desempeño a veces, también, algunas funciones dentro de la misma, como algunos liderazgos: vicepresidencia, presidencia, tesorería, secretaria, agentes de publicidad y etcétera. Tenemos que expandir el negocio y hacerlo florecer. La cooperativa está estrechamente vinculada a mi trabajo. Aunque mis tareas laborales se traten de asistir a una persona — mi cliente principal es una persona de 93 años, que no puede caminar y permanece en cama. Ella se rompió hace muchos años la cadera, nunca se operó y, a través del tiempo y con otras caídas, se le fue incrementando su problema. Por eso es que está impedida de caminar. Entonces, yo la ayudo a moverse de su silla de ruedas a la cama, al sillón y así sucesivamente. Me encargo de su comida, porque es diabética. Me encargo de que lleve una dieta y, entonces, trabajo 8 horas con ella diario — realmente son 10, pero yo le doy a otra compañera 3 horas y, así, nos dividimos un poco también al cliente, para que todas podamos trabajar y todas podamos económicamente tener algo.
Cuando comencé este trabajo lo comencé por necesidad. Honestamente. Pero, a medida que vas haciendo un trabajo, te va dando satisfacción y cuando te vienes a dar cuenta ¡ya te gusta el trabajo! Porque te das cuenta que tú eres muy importante para otra persona, a veces hasta más de lo que uno piensa. Tú te das cuenta de lo importante que eres cuando dejas al cliente, cuando por alguna razón te toca dejarlo, es que le das la importancia: el vínculo que tienes con esa persona es maravilloso, saber que tú puedes hacer que una persona sea independiente en su casa, pueda mantenerse en su casa y llevar una vida normal, a pesar de todas las limitaciones, discapacidades o enfermedades que tenga.
Yo me uní a la Cooperativa porque había dejado el trabajo. Había tenido mi segunda hija y, entonces, me quedé un poco en casa. Me encargué del edificio donde vivía, lo administré por 5 años, y eso me dio la oportunidad de quedarme en casa con mi hija. Mi hija mayor ya estaba siendo adolescente y le quería dedicar un poco más de tiempo, porque a esa edad requieren un poco más de una. Entonces uní las dos cosas, una niña pequeña y una niña adolescente, y dije “es momento de quedarme en casa”. En ese tiempo dejé de ejercer en mi trabajo, lo que me gustaba hacer. Pero yo quería volver a trabajar. Cuando ya mi niña estaba en la escuela, ya yo quise otra vez retomar el trabajo. Alguien me hablo de la Cooperativa y me pareció fabuloso. Dije “Oh, una cooperativa con lo mismo que yo sé hacer, tengo mucha experiencia”, pues yo ya tenía más de cinco años trabajando en el mismo trabajo y tomando training. Dije: bueno, todo ese conocimiento lo puedo llevar a un lugar donde yo voy a ser dueña de mi propio esfuerzo. Y toda esa experiencia que tengo la voy a compartir; pero, además, voy a aprender de las nuevas temáticas. Voy a volver a reiniciar otra vez, voy a ponerme al día.
También había dejado un poco el idioma inglés, tratando de que mi hija hablara español, mi hija ya había aprendido el inglés y el español y me estaba atrasando yo. Yo quería dejarle a ella mi idioma, tu sabes, nuestro idioma. Entonces eso también me atrasó un poquito y dije: bueno, también me va a ayudar a tomar un poco el idioma, incorporarme y, otra vez, sentirme útil.
Así fue que me uní a la Cooperativa. Vi el concepto de cooperativa y me gustó mucho. Siempre he trabajado en grupo, entonces me parecía también fácil manejarme con el grupo. En la cooperativa ya no te sientes sola. Cuando tú trabajas en una agencia, te sientes sola, te sientes… con mucha responsabilidad. Pero la diferencia de una cooperativa es que te sientes muy apoyada. Tú sientes que hay gente detrás, respaldándote. Hay gente detrás que le importa lo mismo que te importa a ti. No te sientes tan ajena a las cosas, porque hay que ser honestas…como te digo, yo comencé por necesidad, entonces en la agencia viene gente también con necesidad, no porque les guste el trabajo.
Ya yo estoy en la Cooperativa porque amo el trabajo, porque me gusta hacerlo, porque me siento bien, porque me da satisfacción personal. Y es una de las cosas más importantes en la vida. Y económicamente sientes, también, que está más valorado tu trabajo. Tú sabes que en una agencia no eres bien remunerada, el sueldo no es lo que realmente tú mereces. Y, a veces, el trato también es bastante malo. Tú eres un empleado más. No les importa si tú amaneciste bien o mal. Pero yo siento que en la Cooperativa tenemos más respeto. Cuando saben que eres dueña del negocio también los mismos clientes te tratan diferente. Tú sabes, el trato. A la vez, una trata de dar más calidad, porque el negocio no sólo eres tú. No sólo soy yo, Alicia, sino, también, todo un grupo de personas detrás de mí.
Los grandes desafíos de las mujeres latinas en Estados Unidos son los hijos. Personalmente siento que, en comparación con otras cosas, yo veo que nos mueven los hijos. Porque tus hijos te limitan. Tú a veces quieres volar, pero tienes que elegir. Hay personas que vienen aquí, vienen con familiares, tienen ciertas ayudas. Pero hay otras que venimos solas, completamente solas. Tus hijos dependen de ti y tu dependes de ellos, también. Porque comienzas de cero… y ahí vienen grandes desafíos, por ejemplo el idioma. Yo sentí que comenzaba de cero. Y que estuve un tiempo bien estancada. No me podía mover mucho. Estuve ilegal. Se lo que es estar ilegal también, porque en el tiempo que esperábamos los papeles yo estaba ilegal. Se lo que se siente. Y es muy difícil moverte. Porque tienes que medir cada paso que das. Un paso que das en falso te puede arruinar la vida completa y no sólo a ti, sino a tus hijos y a tu familia también. Entonces yo creo que estos son de los grandes desafíos que tiene la mujer. Otra cosa es que uno se comparta con la pareja las cosas. Siempre la responsabilidad recae sobre uno… o, al menos, la mayoría de las veces. El esposo, los hijos, la casa… todos recaen sobre ti. Pero, también, te quieres superar. No por todas esas responsabilidades y cosas dejas de ser mujer, ni dejas de ser una persona que necesita tiempo para sí misma. No solo estar para los demás sino también encontrarte contigo misma. Mi separación fue un poco difícil pero, a la vez, le doy gracias a Dios, porque me volví a encontrar. Yo me había perdido. Me di cuenta de que en el matrimonio me había perdido. Y me volví a encontrar conmigo misma y esa fue de las cosas positivas que saqué del divorcio: que dije que jamás me iba a perder; que iba a darme la oportunidad de nuevo, pero sin perderme a mí misma.
Yo quiero y sueño con seguir con el idioma profesional, porque si siento que una de las mayores barreras que uno tiene es el idioma. A mí me ha costado muchísimo. A veces siento que yo me quedé en un país en el que yo no quería estar y que eso, mentalmente, me dio rechazo. Realmente mucho me ha costado el idioma.
A mí me gustaría que nosotros como Cooperativa logremos cosas que todavía no hemos logrado. Quisiera que podamos alcanzar un poquito más: uniéndonos de una manera pacífica, responsable, que haciendo nuestro trabajo nos demos a conocer. Quisiera que alcemos nuestra voz, tú sabes ¡aquí estamos, somos importantes! También le agradecemos al país, agradezco mucho a Estados Unidos porque, por más que sea, cuidan a tus hijos como de ellos y, además, nos abrieron los brazos y nos dan oportunidades. Aquí tenemos muchas oportunidades. La oportunidad de que, aunque sea difícil, lo podemos lograr. Y eso es lo que yo espero. Mi meta a seguir es que podamos desarrollar nuestro negocio.
Aquí estamos y me da mucho gusto decir que somos 40 personas en esta cooperativa, porque yo sé que van a ser 40 hogares en los que la vida va a cambiar. Y eso va a ser una satisfacción personal. Porque cuando entré a la Cooperativa estaba a punto de cerrar. Entonces el grupo mío, que fue el primer open house, le inyectó energía. Entonces yo me siento hasta fundadora, sin serlo.
Yo le diría a las mujeres latinas que uno nunca puede perder la fe, que la fe mueve montañas. Pienso que levantarse positivamente todos los días es la base de tu día a día. Hay que pensar que todo puede ser mejor. Pero eso lo tenemos que hacer nosotras. Porque yo pienso que la felicidad no la da nadie, va interiormente. Entonces hay que luchar y lograr eso. Sí se puede. Se puede comenzar de cero. La que venga preparada antes de llegar, mejor. Pero sí podemos lograrlo, con todos los hijos. Ha sido difícil pero no imposible. Y quiero decirles que busquen unirse. Mientras más te unes a más causas y organizaciones, menos sola te sientes en este país. Eso cambió mi vida. Uno se siente parte de la comunidad y, por eso, parte del país.
* Los nombres han sido cambiados.
Alicia: Golden Steps — Cooperativa
by International Women’s Strike NYC
Interview courtesy of Jimena Vergara
IWS-NYC.
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